El pasado día 19 de diciembre, el periódico EL MUNDO publicó un artículo sobre
algunas obras artísticas cuya autoría se pone en duda, como el libro Las Iluminaciones, de Arthur Rimbaud. Un
filólogo sostiene que dicha obra podría ser de otro poeta, Germain
Nouveau. En el mismo artículo aparecen varias mujeres que ha quedado demostrado
son autoras de obras que en su momento se atribuyeron sus maridos o parejas.
Hay una española. No deja de ser curioso
que en el caso de las mujeres, su trabajo se lo atribuyeran siempre hombres. Como veréis, aparecen mujeres escritoras, pintoras, escultoras y músicas.
A continuación ofrecemos un fragmento del
artículo. Atención a los nombres de las mujeres, tal vez alguna aparezca
próximamente en MUJERES
EXTRAORDINARIAS
Algunas falsas atribuciones
El caso de las Iluminaciones no es extraordinario ni
el más sonado entre los de obras artísticas atribuidas en falso, en unos casos
por interés (del usurpador) y en otros por circunstancias no siempre fáciles de
rastrear. En España tuvo lugar uno de los más sangrantes, el de la riojana María de la O
Lejárraga, quien según estudios recientes sería la autora
prácticamente única de los escritos atribuidos a Gregorio Martínez Sierra, quien al parecer
no andaba muy sobrado de inspiración. La cuestión de la autoría plantea
interrogantes desde los albores mismos de la literatura conocida. Los filólogos
discuten si Homero pudo haber escrito
tanto 'La Odisea' como 'La Ilíada'. En el caso de Shakespeare, hay teorías para
todos los gustos, pero la más sabrosa propone que su nombre habría sido un
alias tras el que se habrían ocultado nombres ilustres como Christopher Marlowe, Francis Bacon y -según las más
recientes teorías- Edward de Vere, dramaturgo y decimoséptimo conde de Oxford.
Henry Willy Gauthier-Villars acostumbraba servirse de negros para abastecer su
producción literaria, hasta que uno de ellos, la bailarina de revista y
escritora Colette, que acabó casándose con él, desveló que su marido era no sólo un adúltero
profesional sino "un mentiroso impotente ante la página en blanco".
Las colaboraciones entre escritores, que rara vez han acabado bien, nos han
dejado numerosas adjudicaciones como poco incompletas. Un Dickens ya maduro se dedicó a quemar las cartas escritas a sus
amantes y a su colega Wilkie Collins para que en el futuro no se pudiera determinar hasta qué punto fue
relevante aquella 'joint venture'. Casi nadie recuerda ya que muchas novelas
firmadas exclusivamente por Alexandre Dumas las escribió al alimón
con Auguste Maquet, entre ellas 'El conde de Montecristo' y 'La reina Margot'.
En otras disciplinas artísticas encontramos ejemplos semejantes. En los inicios
de su volcánica relación con Auguste Rodin, la también escultora
Camille Claudel
trabaja para él como
ayudante y modelo. Entre 1886 y 1888, cuando ella prepara su grupo de figuras
'Sakuntala', Rodin deja en manos de su pupila la factura de ciertas partes de
sus creaciones; la comunión de intereses (y no sólo de intereses) es tal que
resulta imposible saber de quién es cada escultura, y por esa época se sabe que
Rodin firma trabajos de Camille como si fueran propios. La dinámica dentro de
los talleres de pintura ofrece una problemática añadida al dilema de la
autoría. Fernando Marías, uno de las mayores
autoridades en la figura de El Greco, sostiene que el
revés de salud que sufrió el artista en 1608 -muy posiblemente un ictus en su
opinión- le inhabilitó con toda seguridad para seguir pintando. Sus clientes de
Toledo comenzaron a regatearle el precio de sus cuadros ante la sospecha de que
eran fruto colectivo de los empleados de su taller. Gracias al libro Las olvidadas, de Ángeles Caso, hemos conocido el caso de la pintora Sofonisba Anguissola, alumna de Miguel Ángel que tiene obras expuestas en museos de
todo el mundo -como el Prado-, pero atribuidas todas a hombres: Tiziano, Antonio Moro o Sánchez Coello.
Otro tanto le pasó a Artemisia Gentileschi, cuya pintura oscura y
apasionada ha servido para engrandecer los méritos de varios artistas de su
época como Caravaggio o su propio padre,
Orazio Gentileschi. En el terreno musical, un documental reciente vuelve a la
carga con la hipótesis de que Anna Magdalena Bach, soprano y esposa del gran Johann Sebastian, habría
escrito -no copiado, como siempre se supuso- algunas de las partituras cumbre
de su marido, nada menos que las 'Suites para violonchelo', el primer preludio
del Libro I de 'El clave bien temperado' y hasta el aria de las 'Variaciones
Goldberg'. Es lo que tienen los grandes nombres: son como un imán de obras de
autores con menos peso específico. Algunos malos poemas y escritos que circulan
por internet son atribuidos a Borges oNeruda igual que quizá el (buen) Ave María a cuatro voces se le ha adjudicado
siempre a Tomás Luis de Victoria sin ser suyo. / P.
UNAMUN
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La escultura Camille Claudel |
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La pintora Sofonisba Anguissola |
DIARIO EL MUNDO, 19-XII-2014